Cómo llegamos aquí...
Mar 1, 2018 0:01:31 GMT 1
Escrito por Rapso el Mar 1, 2018 0:01:31 GMT 1
Era el último día del 2011. La última oportunidad que me daba aquel año para hacer algo importante. Yo descubrí un lugar que me cambió la vida. El 31/12/2011 me registré en OcioZero.
No entré en la web atraído por el concurso que da nombre a este foro que hoy nace. Por aquel entonces, fueron las famosas Calabazas en el trastero las que llamaron mi atención. Pero no tardé en caminar por otros foros de la web, y encontrarme con un concurso que me atrapó para siempre: Las Microjustas Literarias (http://www.ociozero.com/foro/historico-de-concursos-de-ociozero/i-concurso-de-microjustas-literarias). Un concurso cuya Primera edición se estrenó en febrero del 2011, en la que dos escritores, en duelos directos, trataban de escribir el mejor relato posible sobre un tema determinado, usando para ello un máximo de 50 palabras. El enamoramiento fue instantáneo. No daba crédito a la calidad de las obras y a su capacidad de síntesis. Allí tuve mis primeros contactos con grandes microrrelatistas que me han servido de inspiración. No pondré sus nombres, porque sería injusto dejarme a alguno de ellos.
Me bebí su Segunda y su Tercera edición, y me tiré de cabeza en la Cuarta. Las Justas evolucionaron con cada nuevo concurso que se abría. Los justeros lanzaban ideas, que se amoldaban a la perfección a la mecánica del concurso, creando un certamen cada vez más sólido. Nació la Sortija, los Dardos al Sol, las votaciones populares… Nuevos microescritores entraban con frescura en cada edición. Como una Hidra de la literatura, por cada justero que salía, aparecían dos nuevos. El concurso se hizo mayor, y se alzó con luz propia en la web de OcioZero. Las Microjustas se convirtieron en un juego, un torneo, un laboratorio, una escuela donde aprender, una familia.
Pero en sus últimas ediciones, el gigante tropezó ligeramente en su ritmo. El todopoderoso Patapalo, administrador de OcioZero y padre de la criatura que honramos aquí, empezaba a tener problemas para poder gestionar todo lo que nosotros, hijos enfermos de la microliteratura, le demandábamos. Así que le pedimos permiso a papá para mudarnos y él, orgulloso de que su hijo se haya hecho tan grande, nos lo dio.
Hoy empieza una nueva era en las Microjustas. Hoy, nuestro concurso tiene foro propio. Existe la promesa de volver al hogar que le vio nacer, si OcioZero consigue desplegar de nuevo sus velas. Mientras tanto, este monstruo que hemos creado nos pide alimento a base de microrrelatos.
A los que venís de antes, acomodaos, ya sabéis dónde están situadas las cosas. A los nuevos, sed bienvenidos; estáis en vuestra casa.
Nuestros micros se enfrentarán, nuestros criterios no siempre coincidirán con el de los jueces, nosotros, justeros, tendremos momentos de alegría y momentos de disputa. Pero una voz se alzará por encima de todos nosotros. Como lo ha hecho desde tiempos de OcioZero. Un grito atronador:
¡¡LARGA VIDA A LAS MICROJUSTAS LITERARIAS!!
No entré en la web atraído por el concurso que da nombre a este foro que hoy nace. Por aquel entonces, fueron las famosas Calabazas en el trastero las que llamaron mi atención. Pero no tardé en caminar por otros foros de la web, y encontrarme con un concurso que me atrapó para siempre: Las Microjustas Literarias (http://www.ociozero.com/foro/historico-de-concursos-de-ociozero/i-concurso-de-microjustas-literarias). Un concurso cuya Primera edición se estrenó en febrero del 2011, en la que dos escritores, en duelos directos, trataban de escribir el mejor relato posible sobre un tema determinado, usando para ello un máximo de 50 palabras. El enamoramiento fue instantáneo. No daba crédito a la calidad de las obras y a su capacidad de síntesis. Allí tuve mis primeros contactos con grandes microrrelatistas que me han servido de inspiración. No pondré sus nombres, porque sería injusto dejarme a alguno de ellos.
Me bebí su Segunda y su Tercera edición, y me tiré de cabeza en la Cuarta. Las Justas evolucionaron con cada nuevo concurso que se abría. Los justeros lanzaban ideas, que se amoldaban a la perfección a la mecánica del concurso, creando un certamen cada vez más sólido. Nació la Sortija, los Dardos al Sol, las votaciones populares… Nuevos microescritores entraban con frescura en cada edición. Como una Hidra de la literatura, por cada justero que salía, aparecían dos nuevos. El concurso se hizo mayor, y se alzó con luz propia en la web de OcioZero. Las Microjustas se convirtieron en un juego, un torneo, un laboratorio, una escuela donde aprender, una familia.
Pero en sus últimas ediciones, el gigante tropezó ligeramente en su ritmo. El todopoderoso Patapalo, administrador de OcioZero y padre de la criatura que honramos aquí, empezaba a tener problemas para poder gestionar todo lo que nosotros, hijos enfermos de la microliteratura, le demandábamos. Así que le pedimos permiso a papá para mudarnos y él, orgulloso de que su hijo se haya hecho tan grande, nos lo dio.
Hoy empieza una nueva era en las Microjustas. Hoy, nuestro concurso tiene foro propio. Existe la promesa de volver al hogar que le vio nacer, si OcioZero consigue desplegar de nuevo sus velas. Mientras tanto, este monstruo que hemos creado nos pide alimento a base de microrrelatos.
A los que venís de antes, acomodaos, ya sabéis dónde están situadas las cosas. A los nuevos, sed bienvenidos; estáis en vuestra casa.
Nuestros micros se enfrentarán, nuestros criterios no siempre coincidirán con el de los jueces, nosotros, justeros, tendremos momentos de alegría y momentos de disputa. Pero una voz se alzará por encima de todos nosotros. Como lo ha hecho desde tiempos de OcioZero. Un grito atronador:
¡¡LARGA VIDA A LAS MICROJUSTAS LITERARIAS!!