SEMIFINAL A - Victoria para Chiribita

Desamor

El moho se fue extendiendo entre los desconchones del espacio más íntimo. Los desgarros del tejido vivo sepultaban su rutina. Grietas llenas de silencio, polvo de caricias muertas y mugre sobre una pasión acabada.
La condena continuaba adornando la cabecera de la cama. Hasta que la muerte os separe.

De nuevo una semifinal muy a la altura del reto. Veamos.

Desamor se aprovecha muy bien de la fuerza visual de la imagen, que calca hábil y cuidadosamente con palabras. El paralelismo establecido entre un amor en decadencia y la habitación en ruinas (y viceversa) se ha trabajado con detalle, invocando los elementos de la foto uno a uno para ligarlos al pulso débil, deprimente, del desamor. El final resuelve muy bien un micro que arrastra un ritmo inevitablemente lánguido, imprescindible para comunicar esa desazón inexplicable del amor que agoniza. Me ha gustado la idea del voto matrimonial como condena, como algo que realmente nos atara inexorablemente al destino del otro (y, en tiempos, lo hacía de facto). Buen relato.

Debo admitir que, de primeras, no comprendí la clave de Una mente maravillosa. Me parecía un relato correcto pero sin sustancia, más allá del crudo contraste entre el esplendor pasado y la decadencia actual. Luego volví al título y a ese «impedido», y todo encajó como un sutil rompecabezas. Me fascina la forma tan hábil en que el autor ha desarrollado una metáfora profunda y desoladora de la «incrustación» de la experiencia humana: a menudo pasamos por la vida sin entender que nuestro cuerpo y nuestra mente son in(ter)dependientes, y que la decadencia de uno no siempre afecta a la del otro. Ese último reducto del protagonista, cuyo cuerpo lastrado le confina a una mente maravillosa, se ve acosado por la demencia y golpeado como un hueso por los años. Al final, de ese «palacio mental» solo quedan ruinas. Es inevitable, supongo, recordar a gente como Ramón Sampedro o Stephen Hawking (y al Sherlock de Moffat y Gatiss, con su mind palace). Excelente trabajo.

Dos contendientes formidables, con dos grandes micros. En este caso mi voto va para el original y desolador planteamiento de Una mente maravillosa.

Me parece apabullante el paralelismo que Desamor establece entre la imagen y esa relación de pareja que se deteriora a cada paso. Cada palabra está medida, cada frase colocada con acierto. Si la finalidad era utilizar la imagen para inspirar un micro, lo que consigue este relato es que, una vez acabado, le eches un ojo a la imagen y asientas. Me ha parecido una fabulosa forma de sacarle partido. El ritmo, el estilo… todo transmite decadencia y nostalgia. Excelente trabajo.


Una mente maravillosa me ha costado algunas lecturas llegar a entenderlo. Finalmente he logrado ver ese juego de imágenes que viven exclusivamente en la mente del protagonista, que consigue crear un mundo a su alrededor que le hace más llevadera su dura existencia, hasta que, al final, todo se le aparece en su cruda realidad. Otro gran trabajo, que se apoya a la perfección en esos dos párrafos para regalarnos un juego de imágenes invertidas realmente atractivo.


Ambas historias son dignas de una semifinal, y mis felicitaciones a ambos por ello. Sin embargo, mi voto se queda en Desamor, que me parece un trabajo formidable y cargado de detalles.

El silencio se debe a que me he pasado con la tila y estoy medio anestesiada. Entre los nervios de verme en contra el micrazo de Ritter des runden Tisches y los de pensar que le tendré a usted en contra tres veces seguidas, creo que tendré que pasarme a la valeriana, edler gegner.

No creas que no lo pensé...